El Legado de Fe: Las Asambleas de Dios en Guatemala a lo largo de 86 Años de Historia
Desde su reconocimiento oficial por el Gobierno de Guatemala en 1958, Las Asambleas de Dios en Guatemala han sido un faro espiritual en la nación, abrazando una misión que trasciende lo religioso para abrazar lo social, cultural y educativo. Fundada en el oriente del país en 1937, su influencia se ha expandido y consolidado a lo largo de los años, uniendo a iglesias locales bajo su estandarte en todo el territorio guatemalteco.
Las raíces de esta institución se entrelazan con las primeras campañas evangelísticas que se realizaron en Guatemala. Iniciativas impulsadas por creyentes salvadoreños, quienes llevaron consigo la llama del Espíritu Santo a tierras guatemaltecas en la década de 1930. Entre ellos, destacó el fervoroso obrero Lino Vargas, cuya valiente labor sembró las semillas de la fe pentecostal en suelo guatemalteco.
El verdadero impulso llegó en 1937, con la llegada del joven misionero Juan L. Franklin y su esposa Elena. Convocando a pastores y laicos, celebraron la primera Conferencia Nacional en Atescatempa, donde se erigieron los cimientos de lo que se convertiría en Las Asambleas de Dios en Guatemala. Bajo el liderazgo de Franklin y la dedicación de obreros como Max Argueta y Medardo Arana, la obra prosperó, estableciendo las primeras iglesias autóctonas en lugares como Atescatempa, El Adelanto y Horcones.
El arduo trabajo misionero no se limitó al oriente del país. Misioneros como Rafael Williams se aventuraron hacia nuevas fronteras, llevando el mensaje de esperanza a regiones como Chiquimulilla y las costas del Pacífico. Mientras tanto, figuras como Quentin Shortes y su esposa Ruby abrazaron la visión de expandir la obra hacia los remotos confines de Petén e Izabal.
El crecimiento y la consolidación de Las Asambleas de Dios en Guatemala no fueron tarea fácil. Se enfrentaron a desafíos, pero también celebraron victorias. Desde la apertura del primer Instituto Bíblico en 1944 hasta la expansión hacia los Cuchumatanes en 1960, cada paso fue guiado por la fe y la determinación de aquellos que creían en la misión divina de la iglesia.
Hoy, Las Asambleas de Dios en Guatemala se erigen como una fuerza espiritual y social en la nación, dividida en seis regiones y abarcando más de 2,600 iglesias. Su crecimiento y éxito se atribuyen a la dependencia en el poder del Espíritu Santo, que ha infundido energía y pasión en misioneros, pastores y creyentes en todo el mundo. En un mundo necesitado de esperanza, Las Asambleas de Dios en Guatemala siguen siendo un faro de luz, recordando a cada miembro de la iglesia la importancia del bautismo en el Espíritu Santo y la propagación del Evangelio para la salvación de los perdidos.